martes, 4 de agosto de 2009

Antropología Bíblica y Resurrección

El misterio de la persona ha sido y puede ser abordado (a) desde muy diversas dimensiones; filosófica, sociológica, biológica, psicológica, etc. Todas y cada una de ellas puede aportar diversos elementos que ayuden a esclarecer en la medida de lo posible la respuesta al eterno cuestionamiento sobre quien es el hombre.

Sin embargo, para el creyente la única respuesta con carácter de definitividad es la que se desprende del dato revelado, de la Biblia. Sin embargo, al intentar acercarnos a los textos bíblicos que abordan y desentrañan el misterio antropológico, nos encontramos con un serio problema; Esos textos fueron escritos desde una mentalidad y una forma de expresarse totalmente distintas a las de nosotros, hombres del siglo XXI. Desde luego que esto nos exige un esfuerzo adicional de penetración en una manera de entender e interpretar la realidad y su consecuente modo expresivo que a nosotros nos cuesta mucho trabajo entender y asimilar.

No obstante, no debemos desesperar, con paciencia y perseverancia es posible llegar a comprender esa mentalidad y descubrir así el maravilloso mensaje que la Palabra divina tiene para el aquí y el ahora de nuestra historia.

En conceptos como “cuerpo”, “alma”, “espíritu”, “carne”, “resurrección”, se hace por demás patente la dificultad de que hablamos y la urgente necesidad de entender esas palabras desde las categorías bíblicas y no desde las griegas (que son las nuestras y que son aquellas desde las cuales entendemos el mundo que nos rodea).

Trataré de explicar brevemente los conceptos antes mencionados sin entrar en demasiados detalles que solo enturbiarían la claridad y que realmente solo interesan a los eruditos especialistas.

1.-Cuerpo: Para nosotros, el hombre está constituido por un elemento incorpóreo, etéreo, invisible, al que llamamos alma/espíritu (y que es el elemento inmortal que sobrevive al morir) y otro elemento material, físico, visible al que llamamos cuerpo.
Para la mentalidad bíblica, EL HOMBRE ES UN SER UNITARIO E INDIVISIBLE tanto en la historia como en la meta-historia, o lo que es lo mismo mientras vive y cuando muere SIGUE INDIVISIBLE. Por lo tanto, NUNCA SE SEPARA UN ALMA DE UN CUERPO simple y sencillamente porque NO EXISTE un “alma” que pueda separarse de un “cuerpo”. La Biblia llama cuerpo al hombre en cuanto expresión histórica, en cuanto posibilidad de comunicación, de interacción con la realidad que le rodea. En este sentido el hombre no tiene un cuerpo, EL HOMBRE ES CUERPO siempre y cuando salga de sí mismo para impactar y transformar el mundo. Por lo tanto, se es cuerpo cuando se expresa sensiblemente un sentimiento, se es cuerpo cuando una idea o pensamiento se pone por escrito o se verbaliza para compartirlo con otros.
Así, por ejemplo, cuando decimos que en la Celebración Eucarística por la invocación del Espíritu Santo que el sacerdote hace sobre las especies del pan y del vino, éstas se transforman en “cuerpo” y “sangre” de Cristo, lo que queremos decir no es que se hagan presentes las moléculas que formaron el cuerpo físico de Jesús, sino que Cristo en cuanto presencia relacional y comunicante asume por completo las especies eucarísticas y así, en efecto está presente real, verdadera y sustancialmente.

2.- Alma; A lo dicho al principio del párrafo anterior sobre la indivisibilidad del hombre, agregaremos que “alma” quiere decir en el pensamiento bíblico, EL HOMBRE EN CUANTO SER ANIMADO, INSUFLADO POR EL ALIENTO DIVINO y por lo tanto necesitado de una vida que no le pertenece sino que le viene de otro, creatura ontológicamente apetente de esa vida “Mi alma tiene sed de ti…” no significa algo así como <>, sino <>.

3.-Espíritu; Aquí desde luego no hablamos del Espíritu Santo, sino del “espíritu humano” que una vez más, no es una parte inmortal e intangible del hombre, sino todo él en cuanto abierto a las mociones del Espíritu. Un hombre es “espíritu” si vive permanentemente atento y dócil a la conducción del Paráclito.

4.-Carne; En hebreo bíblico, significa el hombre en su dimensión de creatureidad cerrada sobre sí misma, asfixiada en sus propias categorías, egocéntrico y por lo tanto en cerrazón a los demás (así sobre todo en la teología de San Pablo). También puede significar simplemente pertenencia a un linaje o una especie (sea animal o humana).

5.- Resurrección; Sería una palabra que expresa un tipo de vida totalmente nuevo, inédito. No significa nunca revivificación de un cadáver que simplemente vuelve a la caducidad de la vida histórica. Estrictamente hablando, lo acontecido a Lázaro, o a la hija de Naín o a la viuda de Sarepta NO ES UNA RESURRECCIÓN. En la resurrección, es el hombre entero el que es llevado a la plenitud; Su ser relacional (cuerpo), su ser en apertura a lo trascendente (espíritu), su ser solidario con todo el género humano (carne) y su ser anhelante de vida definitiva (alma) serán transformadas y conducidas hacia una plenitud que escapa a nuestra comprensión pero que queda simbolizada y englobada en el término “resurrección”.

Por lo tanto, que quede bien claro: AL MORIR NO HAY UNA DISOCIACIÓN DE ELEMENTOS HUMANOS, NINGUNA SUPUESTA ALMA SE VA AL CIELO MIENTRAS EL CUERPO SE PUDRE (o se incinera, da lo mismo) ESPERANDO EN UN FUTURO SER SUJETO DE UNA ACCIÓN PORTENTOSA DE DIOS QUE EN UN IMPASE MÁGICO REUNIRÁ NUEVAMENTE LO QUE LA MUERTE CRUELMENTE UN DÍA SEPARÓ.

Es verdad que la Iglesia habla de juicio personal inmediato a la muerte (y por lo tanto de una resurrección inmediata) y de un juicio universal en el final de los tiempos (y por lo tanto de una resurrección final), pero no debemos entender esto como si la Iglesia enseñara dogmáticamente que en la muerte hay una especie de “medio resurrección” que solo atañe al alma y de una “resurrección total” que se daría cuando cuerpo y alma se reúnan finalmente. Más bien quiere decir que siendo el hombre un ser DEFINITIVA E IRRENUNCIABLEMENTE CARNAL (solidario indefectible con su género), LA RESURRECCIÓN CONOCE DOS “MOMENTOS” (desde el punto de vista de la temporalidad humana) En el momento de la muerte personal ya se entra en la única resurrección, pero esta no será plena hasta que “Dios sea todo en todas las cosas” y la comunión entre todos los hombres y con el cosmos sea lograda por Dios.

2 comentarios:

  1. es muy interesante lo dicho por ti, debes de ser una persona muy estudiada en esa materia

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  2. Me da gusto que te haya resultado interesante la entrada. Es un esfuerzo por aclarar un concepto tan mal entendido entre los cristianos.
    Un abrazo en Cristo.

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